DEJÉ DE SOÑAR

Protege tus sueños.

¿En qué momento dejé de soñar? 

Tal vez con el último adiós sin palabras. Quizá con las decepciones que se multiplicaban día a día. Con la soledad y el silencio de mi casa, o con el último pinzamiento de mi espalda.

No soy capaz de encontrar el momento justo en que pasó, pero si sé que ha dejado de importarme todo y lo asocio a eso, a que ya no hay sueños que me motiven, me ilusionen, me impulsen o me entusiasmen.

Que pasen los años y que con ellos vayas cumpliendo tus sueños de siempre te deja huérfana de ellos, y si nada te conmueve especialmente, es muy difícil inventar sueños nuevos a los que aferrar tu día a día.

No sé en qué momento dejé de soñar. Creo que lo fui haciendo poco a poco, sin darme cuenta, pero la pandemia contribuyó a terminar de aniquilarlos todos con esos meses de encierro que detuvieron mi vida dejándome a solas con mis pensamientos y revolucionando todo en mi interior. 

Para poder seguir avanzando por un camino que ya no me apetecía, inmersa en una sociedad que no reconozco como mía, cambié mis rutinas de vida con la excusa de buscar otros escenarios en los que parchear mi salud, a sabiendas de que eso es imposible pero, lo cierto, es que lo único que busco es algo a lo que asirme para no desfallecer y sentarme a esperar la parca sin más.

Finaliza el año y con él se escapa lo que quedaba de mis sueños viejos.

¿Me traerá el 2024 alguno nuevo?

Seguro que sí. Oteo el horizonte y puedo ver llegar veleros repletos de momentos felices por compartir y eso, en el momento actual, es un verdadero sueño digno de tener en cuenta. Los timoneles de esos barcos se acercan a mí sonriendo, y con manos repletas de cariño van arrimando sus naves a mi puerto. Ese lugar donde yo los espero ilusionada y con los brazos abiertos.

¡¡2024… Voy a por ti!!