No tengo muy claro en qué momento comencé a navegar en la red. Supongo que me impulsaría mi inquietud por aprender un poco de todo y por "visitar" el mundo sin salir de casa. Internet me puso fácil hacer realidad algunos de mis sueños recurrentes: escribir, hacer amigos y viajar.
En la red encontré siempre la información que necesitaba para mis trabajos literarios, por lo que el “trabajo de campo” se hizo más rápido y sencillo. También me permitió formarme un poco más en cosas puntuales, lo que enriqueció mis conocimientos.
Sobre lo de viajar, lo primero que resolví fue la compra de billetes para hacerlo. Pero también fue fácil planificar esos viajes desde casa viendo incluso, a través del Google maps, los lugares que iba a visitar.
Las redes sociales resolvieron mi deseo perpetuo de conocer gente y hacer amigos. Mi círculo social no supo de fronteras a partir del momento en que las descubrí. Ya no tenía que limitarme a conocer gente en mi entorno cercano, en eventos o de forma circunstancial. La amistad virtual no tiene límites geográficos y encontrarnos después aquí o allá era solo cuestión de voluntad por ambas partes. No podría decirte cuantos de mis amigos actuales he conocido en redes, pero te aseguro que son muchos.
Las redes, como casi todo en la vida, tienen sus seguidores y sus detractores, en mi caso solo puedo decir que todo lo que han traído a mi vida ha sido positivo, quizá porque he sabido gestionarlas y no dejarme absorber por ellas. Si estás leyendo esto, es porque una red social te ha traído hasta mi rinconcito en la red. Sé siempre bienvenido/a.